Depresión y estados de ánimo

¿Has perdido el interés por las cosas? ¿No puedes dejar de estar triste? ¿Tienes sentimientos constantes de inutilidad, de culpa y desesperanza? Si llevas tiempo sintiéndote de esta manera es posible que estés pasando por una depresión.

A menudo confundimos depresión con tristeza. No pocas veces decimos “estoy deprimido porque ha perdido mi equipo de fútbol favorito” o “estoy deprimido porque no me han concedido las vacaciones cuando deseaba”. En realidad, la tristeza es una respuesta natural del ser humano con una función adaptativa muy importante: ayudarnos a asimilar la pérdida de algo querido. Facilita un encierro en nosotros mismos que nos da la oportunidad de llorarla, procesarla, calcular sus consecuencias y, pasado un tiempo, planificar un nuevo comienzo.

¿Qué es la depresión?
La depresión es cualitativamente diferente a la tristeza, es un trastorno del estado de ánimo, con consecuencias muy negativas para la persona que la padece, tanto físicas como emocionales y puede durar meses o años. Es, junto con los problemas de ansiedad, el problema emocional más frecuente en nuestra sociedad.

Se caracteriza principalmente por una acusada tristeza, incapacidad para experimentar placer (pierden el interés por realizar las actividades que antes resultaban agradables), sentimientos de culpa y desesperación profundas. Las personas deprimidas se encuentran abatidas, indefensas, desmotivadas y sienten un profundo vacío vital. Se encuentra muy dañada la autoestima, se ven como despreciables, desgraciadas, inútiles y con poco valor. Hacen autocrítica constante por sus defectos y no perciben nada positivo de sí mismos.

En los procesos depresivos, a nivel físico, dependiendo de cada caso, aparecen síntomas como dificultad para dormir o dormir en exceso, fatiga y cansancio, agitación o enlentecimiento de los movimientos del cuerpo y  pérdida o aumento de peso.

A nivel de las funciones cognitivas tienen dificultades de concentración y de toma de decisiones, pérdidas de memoria, lentitud de pensamiento y del habla, etc.

Toda esta sintomatología suele estar acompañada de un elevado nivel de ansiedad y, en los casos más graves, existen pensamientos de muerte o suicidio.

En resumen, la depresión consiste en una visión negativa de uno mismo, el entorno y el futuro.

¿Cuáles son las causas?
Existen diferentes tipos de depresión, dependiendo de la causa principal que esté en la base. Los factores originarios pueden ser de naturaleza orgánica (alteraciones de los niveles químicos cerebrales, en concreto de la serotonina), de naturaleza situacional (como haber sufrido eventos negativos: pérdidas importantes, abusos, maltrato, etc.) o de naturaleza psicológica (patrones de pensamiento irracionales y desadaptativos). Habitualmente todos los factores están interrelacionados.

¿Cómo se soluciona?
Cada persona y cada depresión es diferente, por tanto, cada abordaje también lo es. En caso de que sea necesario un tratamiento farmacológico se derivará al especialista pertinente.

No obstante, en la terapia, tras un estudio exhaustivo de las causas y los mantenedores de cada caso, se llevan a cabo acciones encaminadas a restablecimiento de un estado de ánimo saludable a través de la programación de hábitos de vida saludables (alimentación, ejercicio físico moderado y descanso), de la planificación de actividades agradables que generen refuerzo positivo, del fortalecimiento de la autoestima y la autoconfianza y del reaprendizaje del procesamiento de la información que dé lugar a pensamientos y emociones más realistas y adaptativos.

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O también si te identificas con otros problemas del estado de ánimo como:

La distimia se considera un tipo de depresión menor, los síntomas son similares, pero más atenuados.  Es un trastorno en el que la persona que lo padece se encuentra en un estado de ánimo depresivo la mayor parte del día y la mayor parte de los días. Son personas crónicamente tristes y que han perdido el interés por muchos aspectos de su vida.

Para que pueda ser considerado distimia, esta situación debe prolongarse durante al menos dos años.

Otro aspecto importante para realizar esta valoración es que no hayan aparecido anteriormente episodios de depresión mayor, aunque a menudo, las personas con este trastorno terminan desarrollando un episodio más agudo de depresión.

La tristeza constante que sufren estas personas suele ir acompañada de varios de los siguientes síntomas:

  • Físicos: fatiga o poca energía, problemas de sueño (son más frecuentes los problemas para conciliar el sueño, aunque algunas personas necesitan dormir muchas horas), escaso o excesivo apetito, etc.
  • Emocionales: ansiedad, baja autoestima (se ven a sí mismos poco interesantes y/o inútiles), autocrítica excesiva, sentimientos de pesimismo, desesperación y desesperanza, rabia, culpa.
  • Cognitivos: escasa concentración o dificultad para tomar decisiones.

La terapia para la distimia está enfocada a facilitar a las personas todas aquellas herramientas a través de las cuales aumenten su actividad general, fortalezcan su autoestima y autoconfianza, manejen su ansiedad y, sobre todo, aprendan una nueva forma de pensar sobre sí mismos, el mundo y el futuro, de manera que generen unas emociones más adaptativas y se puedan desenvolver funcionalmente en la vida.

El trastorno bipolar es un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza principalmente por la alternancia de periodos de euforia y energía anormalmente elevadas (manía) con periodos de depresión.

Los síntomas más frecuentes en los episodios de manía son:

  • Alegría y euforia desmedidas.
  • Autoestima exagerada.
  • Disminución de la necesidad de dormir
  • Hablar mucho, deprisa y de temas inconexos (verborrea)
  • Sensación de pensamiento acelerado
  • Excesiva actividad motora
  • Implicación en actividades potencialmente peligrosas

Los episodios depresivos se definen por:

  • Bajo estado de ánimo la mayor parte del día
  • Anhedonia: Incapacidad para experimentar placer
  • Disminución del interés en las actividades que antes resultaban agradables
  • Insomnio o dormir más de lo habitualmente necesario.
  • Falta de concentración, de energía, dificultad para tomar decisiones.
  • Baja autoestima
  • Ideas de suicidio

El tratamiento habitual y que se ha demostrado más eficaz para las personas con trastorno bipolar es aquel que combina la terapia farmacológica con psicoterapia cognitivo-conductual. La terapia psicológica está dirigida a enseñar a la persona a manejar los pensamientos y las emociones disfuncionales y a establecer nuevos hábitos en el estilo de vida que ayuden a estabilizar el estado de ánimo y a relacionarse con el entorno de la forma más satisfactoria posible.

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